Transfigurado en el camino
1. «En aquel tiempo» – La Transfiguraciónen
el camino dela misión
El primer aspecto fundamental
que hay que clarificar es el contexto temporal del evento (que es descrito en
los Leccionarios de las distintas lenguas con una nota genérica “En aquel
tiempo”). La transfiguración de Cristo tuvo lugar después dela profesión de
fede Pedro (“Tú eres elCristo”), seguida inmediatamente del primer anuncio dela
pasión a los discípulos, con el que Cristo revela su misión mesiánica («El Hijo
del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos
sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día»; Lc 9,22). Además,
con estarevelación, Él invita a todos a seguirloen la víadela cruzy delanegación
di sí mismo para “entrar en la gloria” (Lc 9,23-24: «Entonces decía a todos:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz
cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que
pierda su vida por mi causa la salvará”»; cf. Lc 24,26).Así, la transfiguración
de Cristo no es un episodio aisladoque hace ver y admirar “elespectáculo divino”en
el monte, sino que seinsertatotalmenteenel camino dela misiónqueÉl realizaconlos
discípulos,adoptando una clara finalidad pedagógica-parenética.
Conrespecto a esto, la anotación
temporal original del evangelista Lucas«Unos ocho días después»(Lc9,28a) para
la transfiguración (a diferencia de«seis días más tarde»enMc 9,2yen Mt 17,1) parece
quererindicar más todavíaelestrecho vínculo entreeste evento y la resurrección
de Jesús en el octavo día (aquel primerodespués delsábado, séptimo día de la
semana), queserá la metaúltima dela misión.Asimismo, será san Lucasel único a resaltar
el contenido dela conversaciónentreJesús con losdosrepresentantesdetoda la Escritura,
Moisés(Ley) yElías(Profetas): «hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén». Se alude claramente ala
Pasión de Jesús, a su “paso” oseaPascua de muerte y resurrección,que secumplesegún
la Palabra de Dios, preanunciada al Puebloelectoen la Sagrada Escritura. La misión
deJesúses, por eso, el camino de un “nuevo éxodo”, que era tanto soñadopor el profeta
Isaías(cf.por ejemplo, Is 43,16-21). Será el éxodo definitivo quehacesaliral pueblo
de la opresiónde lospecados y dela muerte para pasar ala plenitud dela vida en
Dios. Esto, empero,pasará también por el desierto de tentaciones, fatigas,
sufrimientos, pero terminará siempre con la entrada en la Tierra Prometida. ¿Si
la misión de Jesús es así, será diversa aquella de sus discípulos?
Desde esta perspectiva, en el
prefacio de este domingo«El sacerdote, iniciando la oración eucarística, en
nombre de todo el pueblo, da gracias a Dios por medio de Cristo nuestro Señor,
por el misterio de la Transfiguración: “Él, después de anunciar su muerte a los
discípulos les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para
testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino
de la Resurrección”» (Directorio Homilético
no. 65). En la misma línea, el Catecismo de la Iglesia Católica subraya: «La
Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa venida de
Cristo(…). Pero ella nos recuerda también que “es necesario que pasemos por
muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios” (Hch 14,22)» (n.
556). Este “es necesario” ir de las tribulacionesa la gloria, obviamente noquieredecir
que los discípulos de Cristo tienen que buscarlas o, incluso, crearlas a su
placer (¡comolos masoquistas!). Estas palabras afirman simplemente la verdad, es
decir, que la misión de los discípulos será como la del Maestro. Una tal misión
encontrará dificultades, sufrimientos, las cruces de cada día por el evangelio
y por el Reino de Dios. El monte dela trasfiguración serelaciona con el monte
Calvario. No tenemos que sorprendernos, entonces, que existan obstáculos
(incluso tentaciones) en el camino cristiano misionero, pero tenemos que
recordar siempre las palabras de confortación del Maestro:«En el mundo tendréis
luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33).
2. «Mientras oraba»
Hay que enfatizar la nota
original del evangelista Lucas sobre la oración como el momento en el que«el
aspecto de su rostro [de Jesús] cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. Como se vio en el bautismo de Jesús,
también aquí podemos notar el rol fundamental de la oración, entendida como inmersión
en la comunión con Dios en la vida y en la misión de Jesús y, por ello, también
en la de sus discípulos. Se podría, además, imaginar que todo discípulo de
Cristo, inmerso en la oración auténtica con Dios, sea transportado a un alto
monte y, de alguna manera, sea también “transfigurado”, como la transfiguración
de Jesús que aconteció «mientras oraba». Ese momento de intensa experiencia
espiritual con Dios hace abrir el cielo, como en el bautismo de Jesús y hace
«cambiar el aspecto» del orante, como en la Transfiguración.De este modo, quien
vive constantemente en la oración, como San Francisco de Asís (hasta el punto
de convertirse él mismo en la “oración que camina”), será constantemente
transfigurado con y en Cristo.
Y si es así con la oración, será
particularmente verdad para cada santa Misa, en la que nos sumergimos en la
oración, en la escucha de la Palabra y en la comunión eucarística con Cristo,
que se une sacramentalmente con sus discípulos. Sonmomentos preciosos queCristo
dona a susfieles en el camino de la misión, como una especie de transfiguración
sacramental semanal/cotidiana de Cristo para nosotros, para que podamos gustar
un poco de nuestra transfiguración con Él y en Él. A propósito, he aquí la
invitación inspirada del autor sacro: «Contempladlo, y quedaréis radiantes, |
vuestro rostro no se avergonzará»,aún más, «Gustad y ved qué bueno es el Señor»(Sal
34,6.9).En efecto, «Lo que los tres discípulos escogidos escuchan y contemplan
en la Transfiguración viene ahora exactamente a converger con el acontecimiento
litúrgico, en el que los fieles reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor. (…)
Mientras están allí arriba, los discípulos ven la gloria divina resplandecer en
el Cuerpo de Jesús. Mientras están aquí abajo, los fieles reciben su Cuerpo y
Sangre y escuchan la voz del Padre que les dice en la intimidad de sus
corazones: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”» (Directorio Homilético no.68).
En
esta óptica, este domingo cuaresmal de la transfiguración ojalá sea la ocasión
para renovar nuestravivencia de cada santa Misa, para que cada vez más sea un
momento fuerte en la experiencia del Cristo glorioso, como lo fue una vez en esealto
monte de la Galilea.
3.
Losdiscípulos dela trasfiguración
En
el momento dela trasfiguración de Cristo, el comportamiento de los discípulosparece
curioso y un poco confuso. Ante todo,«se caían de sueño», comorelata san Lucas.
Esta actitud la encontramos todavía en la agonía de Jesús en Getsemaní, siempre
cuando Jesús oraba (cf. Lc 22,45). Dos mil años han pasado y por lo que parece
poco ha cambiado con los discípulos de Jesús que frecuentemente se duermen en
los momentos fuertes de la oración y de la presencia de Cristo glorioso
(¡especialmente durante la misa y, en particular, durante la predicación!). Aún
así, en el monte dela trasfiguración, cuando se despertaron, los tres
discípulos experimentaron la belleza de la gloria de Cristo transfigurado,
hasta el punto de exclamar «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí!» y de
querer permanecer más tiempo sugiriendo construir “tres tiendas”. Se trata de
una propuesta dictada por la fuerte emoción del momento (tanto es así que«[Pedro]
no sabía lo que decía»). Todo esto (incluida la confusión) muestra
indirectamente la intensidad de la experiencia que un discípulo podría tener
ante la visión de Cristo en la montaña.
Pero
el plan de Dios para el evento no era como ellos pensaban y deseaban. La
transfiguración continúa y culminacon la manifestación divina a través de dos
elementos ya compartidos durante la teofanía en el monte Sinaí: la nube queloscubrey
la voz (desde la nube) que confirma la identidad deJesús como “el Elegido” yel “Hijo
[de Dios]”, justamente comoenel Bautismo di Jesús. Son palabras exclusivas para
Jesús, como indica sutilmente el evangelista «Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo». Enestaperspectiva,
la recomendación «escuchadlo» dela voz divinaqueresuenadesde la nube en el
monte, comosobre el Sinaí, adquiere un significado fundamental para los
discípulos: ahora en Jesús se manifiesta la plenitud dela Palabra del Padre, dada
a Moisés (Ley) y a Elías (Profetas). «En muchas ocasiones y de muchas maneras
habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos
ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo» (Heb 1,1-2).
ComoPedro,
Santiago yJuan, todos estamos llamados a ser siempre más discípulos de la
transfiguración, es decir, discípulos de Cristo transfigurado. Estamos llamados
a subir frecuentemente al monte con Él, a estar más despiertos allá, a “entrar
enla nube” del Espíritusin miedo y,sobretodo, escuchando y siguiendo a Él como
única vía al Padre, para ser también nosotros transformados, aún más,
transfigurados con Él y en Él en nuestro camino cristiano misionero.Es ora de
(re)comenzar, desde este domingo de la Transfiguración.
Sugerencias
útiles:
Directorio
Homilético (no. 66)
la voz del Padre identifica
en Jesús a su Hijo amado y ordena: «Escuchadlo». En el centro de esta escena de
gloria trascendente, la orden del Padre traslada la atención sobre el camino
que lleva a la gloria. Es como si dijese: «Escuchadlo, en él está la plenitud
de mi amor, que se revelará en la cruz». Esta enseñanza es una nueva Torah, la
nueva Ley del Evangelio, dada en el monte santo poniendo en el centro la gracia
del Espíritu Santo, otorgada a cuantos depositan su fe en Jesús y en los
méritos de su cruz. Porque él enseña este camino, la gloria resplandece del
cuerpo de Jesús y viene revelado por el Padre como el Hijo amado. ¿Quizá no
estemos aquí adentrándonos en el corazón del misterio trinitario? En la gloria
del Padre vemos la gloria del Hijo, inseparablemente unida a la cruz. El Hijo
revelado en la Transfiguración es «luz de luz», como afirma el Credo; este
momento de las Sagradas Escrituras es, ciertamente, una de las más fuertes
autoridades para la fórmula del Credo.
Papa
Francisco,Ángelus,Plaza de San Pedro,II
Domingo de Cuaresma, 17 de marzo de 2019
(…) En esta Cuaresma, subamos también al monte con
Jesús. ¿Pero en qué modo? Con la oración. Subamos al monte con la oración: la
oración silenciosa, la oración del corazón, la oración siempre buscando al
Señor. Permanezcamos algún momento en recogimiento, cada día un poquito,
fijemos la mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos invada y se
irradie en nuestra vida. En efecto el Evangelista Lucas insiste en el hecho que
Jesús se transfiguró «mientras oraba» (v. 29). Se había sumergido en un
coloquio íntimo con el Padre, en el que resonaban también la Ley y los profetas
—Moisés y Elías— y mientras se adhería con todo su ser a la voluntad de
salvación del Padre, incluida la cruz, la gloria de Dios lo invadió
transparentándose también externamente. Es así, hermanos y hermanas: Cuántas
veces hemos encontrado personas que iluminan, que emanan luz de los ojos, que
tienen una mirada luminosa. Rezan, y la oración hace esto: nos hace
luminosos con la luz del Espíritu Santo.
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Et demanem que siguis respectuós amb aquest bloc que estar dedicat a missions